Reducir el impacto ambiental y maximizar el valor social y económico durante todo el ciclo de vida del edificio (desde el diseño, construcción, operación y mantenimiento, hasta la renovación y demolición final).
Asegurar que los recursos incorporados, como la energía o el agua utilizados para producir y transportar materiales dentro del edificio, se minimicen para lograr un impacto realmente bajo.